Estados Unidos (EE.UU.) desplegó 600 militares adicionales en la frontera con México, elevando el total a casi 10 mil efectivos. Este refuerzo responde al aumento récord de migrantes, con más de 2 millones de encuentros registrados en 2023, según datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP). Los nuevos efectivos apoyarán tareas logísticas y de vigilancia, sin participar directamente en labores de cumplimiento de la ley.
El gobierno estadounidense justifica el despliegue como una medida temporal para gestionar la crisis migratoria. Sin embargo, México ha expresado preocupación por la militarización, advirtiendo posibles tensiones bilaterales. Organizaciones de derechos humanos critican la estrategia, argumentando que no aborda las causas profundas de la migración, como la violencia y la pobreza en Centroamérica y otras regiones.
Este movimiento refleja la presión política interna en EE.UU., donde la migración es un tema clave. Aunque las autoridades insisten en que es una medida de apoyo, analistas señalan que la militarización podría complicar las relaciones con México y generar críticas internacionales. La situación subraya los desafíos para encontrar soluciones equilibradas y humanitarias a la crisis migratoria.