CNN — Gran parte de la retórica arancelaria del presidente Donald Trump se ha centrado en restaurar empleos en fábricas, en particular en la industria automotriz, que, según él, fueron destruidos por malos acuerdos comerciales como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN, por sus siglas).
“Los trabajadores siderúrgicos, los trabajadores de la industria automotriz, los agricultores y los artesanos cualificados estadounidenses… realmente sufrieron gravemente”, declaró Trump durante la implementación de los nuevos aranceles el 2 de abril. “Los estafadores extranjeros han saqueado nuestras fábricas, y los recolectores extranjeros han destrozado nuestro otrora hermoso sueño americano”.
Trump promete que sus aranceles del 25 % sobre todos los automóviles importados aumentarán los costos lo suficiente como para traer una avalancha de construcción de nuevas plantas automotrices, y por lo tanto, empleos en el sector, de vuelta a Estados Unidos. Pero la pérdida de empleos en la industria automotriz en Estados Unidos, especialmente en la región norte del Medio Oeste, es una historia compleja que va más allá de los acuerdos comerciales y el traslado de la producción a países con bajos salarios. También está el hecho de que los compradores estadounidenses de automóviles abandonaron a los tres fabricantes de Detroit por competidores extranjeros tras años de calidad y valor cuestionables. Y lo más importante, la introducción de la automatización, que redujo drásticamente las horas necesarias para ensamblar un automóvil.