Alfonso González
Hoy que, seguramente, se aprobará la Ley de Ciberasedio en el Congreso del Estado, la cual pretende castigar con cárcel y con una multa económica a quienes incurran en violencia digital, me parece pertinente revelar la verdadera historia, la neta, como dicen, de la mentada Aldea Poblana.
La cuenta en redes (@LaAldeaPoblana) que ha ganado más seguidores y simpatías gracias a las respuestas y reacciones equivocadas del actual gobierno, ante sus críticas, que a su creatividad, originalidad y viveza.
Porque la Aldea Poblana, como otras cuentas digitales fachada, las cuales se dedican a operar en el estiércol digital a cambio de unas monedas o de un plato de lentejas, es más efectiva cuando le hacen caso y le contestan los hombres del poder.
Y es que hasta para ser ogt y cabrón se necesita estilo y mucha creatividad.
Algunos apenas tienen el puro zurrón.
El caso es que la aprobación de la Ley de Ciberasedio en Puebla les preocupa más a aquellos que se dedican a ser chingadera y media en las redes sociales, a quienes denuestan, difaman, denigran, y hasta extorsionan, que a quienes ocupan los espacios digitales para verdaderamente informar.
Porque, no nos hagamos tontos, las cuentas fachada, los bots, los personajes digitales, las cuentas parodia y demás trucos utilizados para chingar al amigo y al enemigo no tienen llenadera, mucho menos límite.
Esta práctica, surgió, hay que decirlo, en el morenovallismo, y llegó para quedarse en Puebla.
Por cierto, Marcelo García Almaguer, uno de los operadores del extinto exgobernador Rafael Moreno Valle Rosas, experto en redes sociales, fue quien implantó las granjas de bots para defender y contrarrestar las críticas lanzadas a la entonces administración estatal, calificada como elitista.
Posteriormente, las malas mañanas heredadas por ese régimen fueron adoptadas por el también finado exgobernador morenista, Luis Miguel Barbosa Huerta, y sus muchachos y muchachas, quienes lo retomaron y reforzaron, a través de Verónica Vélez Macuil, su temida directora de Comunicación.
Y es justo allí donde nace la mentada Aldea Poblana, bajo el patrocinio de los hoy diputados locales, morenista y barbosista, Andrés Villegas Mendoza y Julio Huerta Gómez, entonces subsecretario de gobierno y secretario de gobernación, respectivamente.
A la sazón del hoy coordinador de regidores de Morena en el Cabildo del Ayuntamiento de puebla, Gabriel Biestro Medinilla, quien fue otro de los operadores fracasados del barbosismo.
Estos tres oscuros funcionarios públicos subsidiaron la creación de la cuenta de la Aldea Poblana, con dos firmes objetivos: el de frenar los embates contra su jefe, Miguel Barbosa, en las redes sociales; y el detener la avanzada del entonces senador y hoy gobernador Alejandro Armenta Mier.
El recurso público que tuvieron a la mano los tres chiflados lo utilizaron justo para tratar de denostar la figura del gobernador Alejandro Armenta, sin más ni más; y para atacar a los enemigos del barbosismo, como la entonces presidenta municipal de Puebla, Claudia Rivera Vivanco.
Poco tiempo después, y ante la muerte de Barbosa, a partir de allí, la polémica cuenta es manoseada y le surgen muchos dueños, patrocinadores, padrinos y/o gestores.
Eso sí, siempre fue pensada para convertirse en una cuenta para chingar a los demás; incluso, fue utilizada también por la gestión del exgobernador Sergio Salomón Céspedes Peregrina, a través de determinados personajes, aunque fue cuando se empezó a salir de control.
Empero, antes, la Aldea Poblana se empleó y utilizó, como otras cuentas fachada más, en el periodo de disputa de la candidatura de Morena al gobierno de Puebla, unas veces a favor de uno y otras a favor de otro.
De allí que haya trascendido la relación de la cuenta con otros funcionarios públicos y comunicadores, quienes dicen que salieron a relucir en las investigaciones de la Policía Cibernética.
Nombres hay muchos, antiguos dueños también, colaboradores otro tanto, y locos suicidas seguro.
Porque hoy por hoy, aseguran, la Aldea Poblana está sin control debido a que sus antiguos jefes, operadores y patrocinadores dejaron de aceitarla, por lo que no tienen más que perder.
De nada sirve que aquellos que utilizaron a la Aldea Poblana para pegar y hacer fregaderas hoy lo nieguen o se escondan, ya todo se sabe.
Los nombres de los que movieron antes y mueven ahora la cuenta están plenamente identificados, por lo que habrá más sorpresas más adelante. No coman ansias.
De nada sirve ahora querer distraer la atención inventando falsos dueños.
Tampoco funcionan los cuentos y los falsos señalamientos.
El que nada debe, nada teme.
Eso sí, dicen que la venganza es un plato que se come frío.
Ya lo veremos.
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