Por: Luis Gabriel Velázquez
Este fin de semana, mi estimado amigo Fredy Aco viajaba en su motocicleta y fue atropellado por el chofer de un auto particular Audi Q5 con placas TPW-521-B, que, a decir de varios conocidos suyos, no es la primera vez que provoca un accidente.
Se llama Juan Ramón F. S., de 54 años de edad. Lo ubican como un automovilista violento, deudor de varias fotomultas, por lo que el exceso de velocidad ha sido parte de su negro historial a bordo de un automotor.
Tras impactar al comunicador poblano, intentó darse a la fuga y fue detenido por elementos de la Guardia Nacional. A pesar de estar involucrado en el percance, lo dejaron libre. El argumento es de vergüenza: “no había quién lo señalara”, dijeron a los familiares del afectado.
Esto que le diré no me consta, pero como dijera el clásico: “no tengo pruebas, pero tampoco dudas”. Hay quienes aseguran que Juan Ramón soltó una muy considerable cantidad de dinero a cambio de su libertad.
Mientras todo esto ocurría, Fredy era sometido a una cirugía que cambiará parcialmente su vida, porque si algo tiene mi gran amigo “Fredito” es que jamás se ha dado por vencido.
Hablé por teléfono con él antes de su operación y me dijo: “tú sabes que soy un hombre de fe”. Y eso es lo que, hasta el momento, lo ha sacado adelante.
De inmediato, la Fiscalía General del Estado anunció ayer domingo que el conductor responsable ha sido presentado ante el Ministerio Público, y en breve se determinará su situación legal.
Sin embargo, he leído algunos comentarios respecto a este accidente en las diferentes publicaciones que han subido mis compañeros de otros medios de comunicación. Y, por supuesto, hay una pregunta en el aire: ¿y qué pasa con aquellos ciudadanos que no pueden hacer ruido por no ser periodistas?
¡Y tienen toda la razón!
Qué carajo va a pasar con una Guardia Nacional que actúa de esta forma. Ya sea por omisión o por corrupción, es evidente que no se procedió de una manera correcta.
Qué pasará con esta institución de seguridad pública, que ahora será prácticamente intocable por el rango militar con que cuenta y con los miles de millones de pesos con los que ya va a operar.
Cuánto valdrá la denuncia de un ciudadano que no tiene más apoyo que su palabra.
Porque si esto le pasó a un periodista, imagínese lo que les espera a los que no tienen voz.
