Por: Luis Gabriel Velázquez
Son un cáncer que gobiernos solaparon y heredaron porque les eran útiles en tiempos de campañas y para hacerlos partícipes del moche.
Las organizaciones de ambulantes son una MAFIA: extorsionan, golpean, amenazan, facilitan el tráfico de drogas y ahora también matan.
Controlan a franeleros, comerciantes, sexoservidoras; se han apropiado de terrenos, chiquitos y grandes, estacionamientos públicos, áreas verdes, vía pública, mercados y tianguis.
Los líderes son ellos, los que han pretextado ser “defensores” de familias que necesitan sobrevivir vendiendo en la vía pública, pero esta es solo la fachada con la que se escudan ante la sociedad para hacer jugosos negocios y obtener hasta posiciones políticas.
¿Nombres?
Antorcha Campesina,
28 de Octubre,
Doroteo Arango,
Toreros 5 de Mayo,
Triple A,
Fuerza 2000,
entre otros…
Desde que tengo uso de memoria han usado a sus agremiados como carne de cañón para obtener, inclusive, regidurías. No les importa más que cobrar esa jugosa ganancia diaria para seguir enriqueciéndose. A cambio, el ciudadano tiene que seguir soportando imposición de cuotas (más parecidas a un atraco), basura, bloqueos hasta en la puerta de sus casas.
Pero hasta estas, que parecen ser nimiedades, son soportables en comparación con lo ocurrido el viernes pasado en la colonia Maravillas, donde un pleito entre la 28 de Octubre y la Doroteo Arango terminó a balazos y con una mujer sin vida.
Si bien el gobernador Alejandro Armenta los apretó y los expulsó del negocio tan jugoso que era cobrar el estacionamiento de los estadios, más de tres décadas de alcahuetearlos no son fáciles de borrar de la noche a la mañana.
En este momento siguen apoderados de la ciudad, principalmente de nuestro Centro Histórico, y no parece ser esta administración la que realmente logre terminar, no con el ambulantaje —que existe hasta en las mejores ciudades del mundo—, sino con estos temidos líderes.
Pero hay que decirlo: para una parte de la sociedad son repugnantes, pero también les compran, y eso los convierte en “un mal necesario”.