Liz Medrano
El inicio del otoño marca un cambio en los alimentos disponibles en el campo mexicano y en Tlaxcala, donde el consumo de frutas y verduras de temporada contribuye a disminuir la huella ecológica. Al crecer de forma natural, estos productos requieren menos transporte y procesos de almacenamiento, lo que reduce emisiones contaminantes.
De acuerdo con especialistas en sostenibilidad alimentaria, la dieta basada en productos de temporada puede reducir hasta un 30 por ciento la huella de carbono asociada a la alimentación. Además, al estar en su pico de producción, suelen encontrarse a precios más accesibles y apoyar directamente a productores locales.
En esta estación destacan frutas como la mandarina, rica en vitamina C; el tejocote, la guayaba y la caña de azúcar, presentes en ponches y bebidas tradicionales; así como la granada, el zapote negro, las peras y manzanas, que aportan fibra y antioxidantes.
El campo tlaxcalteca también produce calabazas y camotes, utilizados en guisos y postres, así como setas y hongos de lluvia que no requieren grandes extensiones de tierra. Asimismo, se cosechan nueces y avellanas, lo que reduce la dependencia de frutos secos importados.
La jícama completa la lista de productos destacados de la temporada, siendo un alimento fresco y versátil. Con ello, el consumo de frutas de otoño no solo fortalece la alimentación, sino que también impulsa prácticas sostenibles en Tlaxcala.