Liz Medrano
En un giro político histórico, el Partido Acción Nacional (PAN) anunció la ruptura definitiva de su alianza con el PRI y el inicio de una nueva etapa en la que competirá sin coaliciones partidistas, apostando por candidaturas ciudadanas y procesos internos abiertos. La decisión, calificada como el golpe de timón más trascendente en las últimas décadas del blanquiazul, marca el fin de más de 25 años de alianzas que le permitieron conquistar una Presidencia de la República y 23 gubernaturas.
“Nuestro futuro no depende de ninguna alianza partidista, ni pasada ni futura. Nacimos para ser nuestra propia opción democrática”, declaró Jorge Romero, presidente del Comité Ejecutivo Nacional, durante el acto de relanzamiento del partido. El dirigente explicó que el PAN implementará elecciones primarias abiertas a la ciudadanía y encuestas internas para la selección de candidatos, con el fin de recuperar la confianza social y fortalecer su identidad política.
Como parte de su renovación, el partido también lanzará una aplicación digital que eliminará trámites burocráticos y facilitará la afiliación, especialmente de jóvenes. Con ello, Acción Nacional busca volver a conectar con sectores desencantados y competir de manera más directa frente al dominio electoral de la Cuarta Transformación.
La decisión de romper con el PRI también responde a resultados electorales decepcionantes de las últimas contiendas, donde las coaliciones “Va por México” y “Fuerza y Corazón por México” no lograron frenar el avance de Morena ni retener gubernaturas clave. En palabras de Romero, “el PAN debe volver a sus raíces y reconstruirse desde la gente, no desde los acuerdos cupulares”.
Con esta determinación, Acción Nacional pone punto final a una era de alianzas que definió la política mexicana contemporánea y se prepara para enfrentar en solitario los comicios de 2026, en los que planea consolidar su papel como la principal fuerza opositora del país.
La historia de una colaboración que marcó época
La relación política entre el PAN y el PRI comenzó formalmente en 2020, cuando ambas fuerzas, históricamente antagónicas, anunciaron la creación de la coalición “Va por México”, junto con el PRD. El objetivo: frenar el avance de Morena y equilibrar el poder político en el país. Aunque la alianza logró algunas victorias —como en Chihuahua, Durango, Aguascalientes y Coahuila—, sus resultados distaron de los éxitos obtenidos en las coaliciones anteriores con partidos de izquierda.
En 2023, el bloque se mantuvo, pero los triunfos fueron escasos y la fractura interna comenzó a notarse tras la contienda presidencial de 2024, cuando su candidata Xóchitl Gálvez obtuvo una votación inferior a la esperada y el PRD perdió su registro nacional. Este revés selló el destino de la coalición y detonó el replanteamiento interno del blanquiazul.
Durante más de 80 años de rivalidad política, el PAN había construido su identidad en oposición al PRI. Sin embargo, el pragmatismo electoral llevó a ambos partidos a compartir proyectos comunes durante cuatro años. Hoy, Acción Nacional vuelve a marcar distancia y busca redefinir su rumbo político, dejando atrás la colaboración que, si bien le permitió conservar presencia en el mapa político, también le costó su independencia ideológica.